Medicina natural, actualidad y economía

Una revolución estudiantil que persigue grandes cambios en la educación chilena. Breve análisis de las causas de los problemas que generan esta crisis

La reacción que podría ser considerada revolucionaria frente a la educación, exteriorizada especialmente por los movimientos estudiantiles, es principalmente en contra de la nefasta consecuencia de un neoliberalismo de los más extremos del mundo establecido en Chile después de los primeros años del Gobierno militar y que no fue posible aminorar sensiblemente durante el largo período de la Concertación.

También es consecuencia de la importante causa que fue las decisiones del Gobierno Militar para poder controlar el poder político entre éstas las relacionadas con los procesos de municipalización bajo la dirección de los alcaldes designados, de donde nace parte importante de la fuerza política que la UDI ha obtenido e incrementado en la nueva democracia;  además el Gobierno Militar se reforzó con la destrucción de las estructuras universitarias especialmente de las universidades de Chile y Técnica del Estado, junto a las municipalizaciones de la enseñanza fiscal constituida principalmente por la red nacional de escuelas primarias y de liceos fiscales.

Se suma a todo ello como causa la destrucción de las organizaciones gremiales y sindicales. Dirigentes gremiales fueron perseguidos y asesinados. Los colegios profesionales se hicieron prácticamente desaparecer; se promovió hasta el paralelismo gremial cuando más adelante se iniciaron las primeras aperturas.

Más adelante me extiendo en estos temas, descansando en gran parte en mi experiencia vivida y en lo que he captado personalmente. Me extiendo en la educación municipalizada que la critico y en la de la universidades.

Siguiendo el tema de los colegios profesionales, desapareció el control de la ética profesional que poseían estas órdenes, control que a pesar de poder considerarse algo débil en el pasado, era sin duda un elemento de importante, vigilante especialmente de  las actividades delictuales extremas. La ética médica fue seriamente afectada y se creó un colegio paralelo con la participación principalmente de médicos identificados con el Gobierno Militar.

Muchas de las torturas fueron vigiladas por médicos que asesoraban para saber hasta cuándo se les podía exigir a los torturados para que sobrevivieran y aportaran esa “valiosa información” para el Gobierno Militar.

Se destruyeron las escuelas normales de profesores, cuna de formación de maestros con gran vocación educativa de conocimientos y valores. Con grandes maestros formadores.

De antes del Gobierno militar ya venía el efecto en la educación del mal trato, especialmente económico, que recibía el profesorado chileno. En ese gremio predominaban las posiciones de izquierda, y si mal no recuerdo, especialmente del Partido Comunista, que era de las organizaciones políticas con clara visión de objetivos, que para ellos eran muy bien definidos y perseguidos con estrategias basadas entre otras en que el fin justifica los medios, tipo de estrategias habituales en las posiciones extremas, tanto de izquierda como de derecha.

Se debilitó profundamente la carrera del profesor; antes era en el ámbito nacional. Un profesor podía iniciar su carrera en una pequeña escuelita de población o rural y por méritos ir ascendiendo a cargos superiores en todo el territorio nacional. Los que llegaban a directores de escuela o de liceo lo hacían después de serias selecciones y con gran experiencia. No pocos llegaban a cargos directivos del Ministerio de Educación, conociendo muy bien la realidad nacional. Cada escuela o liceo era una empresa social que su desarrollo estaba en función de programas nacionales que les entregaban los recursos para cumplir sus metas.

La municipalidad tronchó las carreras profesionales y sus sistemas de financiamiento fueron nefastos para las municipalidades y para sus unidades docentes. El aporte a las municipalidades en función del número de alumnos y de sus asistencias, ha terminado perjudicando a las comunas más pobres y a los sectores más pobres de ellas. Se dice que gran parte de las municipalidades deben aportar recursos propios para mantener una docencia mínima.

Sin duda debe extrañar que la Concertación no haya procurado corregir esta municipalización. No existía el convencimiento de que ello era necesario. Recuerdo que en una reunión de las anuales que sostenemos los compañeros de curso de Ingeniería Comercial, encuentro durante la Concertación, en que estaban presentes dos compañeros que fueron ministros de Estado de esa agrupación política, ellos eran partidarios de la municipalización de la educación y de la salud. Yo planteé el tema y mi posición contraria; varios de los compañeros se mostraron contrario a esa municipalización.

 

Caso de las universidades

A la Universidad de Chile se le destruyó su interesante proceso de regionalización, como también a la Universidad Técnica del Estado; a sus sedes regionales se les desprendió de la matriz, para fusionarlas institucionalmente y como también sus funciones y crear nuevas unidades locales. Así se debilitaron las estructuras nacionales primarias para formar las regionales de un más fácil control.

Por otra parte la eliminación masiva de académicos influyó notablemente en la tan necesaria diversidad ideológica de la formación universitaria. Después del Golpe militar fueron eliminados gran parte de los académicos de izquierda, algunos asesinados, otros detenidos, algunos desaparecidos y otros simplemente destituidos. Esto lo observé especialmente bien en la Facultad de Economía de la U. de Chile en la que  fui académico desde 1965, llegando a ser profesor titular por concurso de la cátedra de Economía Agraria, facultad de la que fui tardíamente exonerado, en 1985.

Primero fueron los eliminados de esta facultad los académicos de izquierda. Yo había sido del Frente Universitario y tuve el privilegio de ser académico no sólo de la sede Occidente, que era de predominio del Frente Universitario, sino que también de la sede Norte, que era de Izquierda. Fui invitado a esta sede por un antiguo académico con el objeto que desarrollara la asignatura de Comercialización Agrícola.

Después del Golpe militar tuve la oportunidad de apoyar a varios alumnos suspendidos. El hecho de que yo no era de la UP y más bien mi pasado en el Frente Universitario, me favoreció para ello. No pocos alumnos pudieron seguir la carrera de ingeniería comercial  por haber sido alumnos míos; las cátedras de profesores como yo eran consideradas válidas y no las otras. Con algunas de estas cátedras cursadas, los alumnos podían continuar con sus calidades de tales y los otros fueron suspendidos indefinidamente o eliminados.

La Facultad por la influencia militar expulsaron primero a los profesores de izquierda. Posteriormente se inició la expulsión de los académicos que no eran de las orientaciones neoliberales, esto por decisión de los civiles. Primeros fueron los de jornadas completas, para después los de media jornada y finalmente las jornadas parciales, siendo yo uno de los últimos ya que mi asignatura que ya llevaba 20 años de desempeño, con solo 2 horas semanales, no sólo fue eliminada sino yo expulsado de la universidad a pesar de tener un cargo de nombramiento en propiedad. Se eliminaron las asignaturas de economías sectoriales, ya que para los nuevos ideólogos sólo había una economía, aquella esencialmente teórica y general.

Muchas generaciones de profesionales se formaron en esa escuela reorientada al neoliberalismo, lo que sin duda afectó la política futura de desarrollo nacional con estos egresados formados en esta estrecha forma de pensar. Esta formación sin duda afectó a los gobiernos de la Concertación.

Al momento del Golpe militar y trabajando en la CORFO tenía a mi cargo cuatro asignaturas universitarias. La más antigua en la Facultad de Agronomía a cargo de la cátedra en propiedad de Economía General, ganada por concurso por oposición. Además era profesor de Economía en la Facultad de Ingeniería Forestal poseyendo la cátedra de Economía con cargo también en propiedad y además estaba hacía pocos a cargo de la asignatura de Economía Agraria en la Facultad de Medicina Veterinaria, que me había correspondido reestructurar y de la cual rápidamente se me alejó mediante una no renovación de contrato. Al parecer en esos momentos se prefería a un académico de mentalidad neoliberal. Mi enfoque lo considero más identificado con el estructuralista del desarrollo.

Me tocó vivir todo ese largo período de la intervención militar como académico de la Universidad de Chile; incluso en esa época fui invitado al Instituto de Nutrición y Tecnología de los Alimentos (INTA) de la Universidad de Chile después de trabajar más de 5 años en un programa regional latinoamericano de promoción de políticas nacionales de alimentación y nutrición, programa perteneciente a Naciones Unidas.

Me refiero a mi experiencia universitaria que creo conveniente en parte como ejemplo para contribuir a dar respaldo a mis juicios.

Ingresé a la Universidad de Chile como alumno de la carrera de Agronomía en el año 1950 y continué como docente en parte como alumno y como profesional mientras cursaba la carrera de Ingeniería Comercial en la misma universidad; fui alumno de esta casa de estudios por diez años continuos gratuitamente. Me tocó sin querer ser dirigente estudiantil en el año 1953, año en que se motivó especialmente por intervención del alumnado, una profunda reforma en la Facultad de Agronomía, la que me atrevería a decir en cierto modo fue apoyada por el Gobierno de entonces y por ese gran rector Juan Gómez Millas. Fui académico de esta Universidad desde 1952 hasta el 2005.

No pertenecí a partido político alguno, salvo cuando al final del Gobierno militar se dio una suave apertura a la oficialización de los partidos políticos, en que se me pidió que aportara mi firma como componente de la Democracia Cristiana para inscribir a ese partido. Así lo hice como lo hubiera hecho con otro partido en la lucha por la democracia. Muchos militantes auténticos no podían firmar por temores a persecuciones de distinta naturaleza, especialmente por perder cargos públicos o privados; por ello me pareció de justicia dar mi firma a esa incorporación. Pero no juré como militante, sin embargo se me dieron derechos políticos en ese partido por haber sido dirigente del Colegio de Ingenieros Agrónomos y simpatizante independiente del gobierno de Eduardo Frei M.

Restaurada la democracia, renuncié a esa militancia, pues me ha interesado siempre la libertad política como también tratar de cumplir mis compromisos; al ser militante se puede dar ese conflicto entre lo que el partido pide y lo que su conciencia le señala. En algunos sectores de la DC mi alejamiento fue criticado y se pidió en algunas elecciones universitarias que no se votara por mí. Creo que fue una minoría que atendió esa petición.

La Universidad de Chile sufrió mucho durante el Gobierno Militar. Se le redujo su campo de actividades, se le eliminó su presencia regional, a muchos académicos se les exoneró algunos de ellos personas de grandes valores académicos. Sus rectores fueron la mayoría de las veces generales del Ejército y sus cambios coincidían con los cambios de mando de los regimientos; era nuestra universidad como un regimiento más. Entre esos generales se puede decir que hubo no malos rectores.

Muy afectada fue la Universidad de Chile con sus restricciones financieras. Antes disponía de tributos nacionales que otorgaban recursos financieros crecientes a esta universidad. Eso permitía una docencia gratuita, limitaba los cupos a las necesidades nacionales y existía una estricta selección, que limitaba los ingresos a los con mejores calificaciones y potencialidades. Este tipo de financiamiento sin duda daba autonomía a la universidad y permitía que sus investigaciones se orientaran a las grandes necesidades de la sociedad y menos a los intereses sectoriales, como se da ahora, en que los que más aportan son los que más pueden ser favorecidos por los recursos universitarios.

En 1973, estando a cargo de la Cátedra de Economía en la Facultad de Agronomía se sumarió a uno de mis mejores académicos del equipo, quien además había sido designado Director de la carrera por amplia mayoría del electorado de una carrera de predominio de académicos de derecha y de centro. Su pecado al parecer había sido ser hombre de izquierda y además haber postulado por ella a la Vicerrectoría Sur. Se le acusaba de que había hecho política en la Cátedra; siendo yo del Frente Universitario y jefe de ella, nunca recibí una crítica. Además yo procuré que en mi asignatura estuvieran presentes todas las tendencias ideológicas. El fiscal del sumario, un académico de la facultad de Derecho, lo libró de culpa, se reintegró a mi cátedra, terminamos el año y organizamos el ramo para el siguiente. Pero se le hace un nuevo sumario con los mismos cargos anteriores a los cuales se le suma la denuncia de tener relaciones con alumnas. Frente a ello suspendo en protesta mi actividad docente y con ello se me aleja de mi cátedra que había ganado por concurso, responsabilidad que mucho apreciaba.

El nuevo fiscal presionó al inculpado para que renunciara y como él no lo quiso hacer terminó con su supresión del cargo, fallo a mi juicio ilegal, porque suprimir un cargo es establecer que ése no se necesita, lo que no era cierto. En la Universidad y en el sector público era habitual que para deshacerse de alguien se le eliminaba el cargo.

En 1985 se me exoneró de la Facultad de Economía como ya lo he señalado. En 1980 fui invitado al INTA a honorarios, para después obtener un cargo a jornada completa.

El destino quiso que siendo profesor de la antigua Facultad de Ingeniería Forestal, pasase a ser miembros de la Facultad de Ciencias Agrarias y Forestales, ya que el Gobierno Militar había hecho esa fusión. Con tres horas de nombramiento se me postula a Decano, siendo elegido para el período 1990-1994, primer período de la nueva democracia.

No haré referencia por ahora a otras relaciones que tuve con la Universidad de Chile en materias ligadas  a la preparación de los nuevos estatutos, lo que se inicia a fines de los 60 y a principios de los 70 con ese nuevo estatuto, destruido por la dictadura; posteriormente participo activamente en la preparación del nuevo estatuto aprobado tardíamente en la nueva democracia.

Uno de los efectos más negativos a mi juicio del Gobierno Militar fue el obligar a que la educación universitaria fuera pagada; ello hizo cambiar la mentalidad promedio de su egresado, dejó éste de ser el profesional comprometido con su sociedad por este otro a quien se le fuerza o motiva a trabajar en beneficio propio, por su esfuerzo por recuperar el costo de su carrera, en muchos casos en grado importante financiado por endeudado. Además esa realidad se inserta en ese neoliberalismo extremo que se nos hace presente en el país, acompañado del estímulo a un consumismo que llega a ser en muchos aspectos hasta irracional. Se van perdiendo así importantes valores del pasado, perdida muy difícil de recuperar.

Un proceso a mi juicio nefasto fue la proliferación de universidades, tema que da para un extenso análisis. Lo más grave es el tema del financiamiento y del uso de las universidades privadas con fines de lucro. Su financiamiento entra a depender de tener más y más alumnos, sin importar lo que el país necesita. Estamos sobre dotados de muchos profesionales endeudados que no tienen campo donde desempeñarse. Las universidades del Estado deben caer en el mismo sistema. Más alumnos y elevación de aranceles, más egresados, más endeudados y cada vez con menos campo profesional.

Muchos de los que han llegado a la universidad debieron haber seguido carreras técnicas o formación técnica. La relación técnica profesional es bajísima.

Son impresionantes los recursos que han captado muchas de las universidades privadas y las negociaciones que se han hecho de sus patrimonios; han llegado incluso a ser vendidas a capitales extranjeros. La legislación prohíbe que las universidades tengan fines de lucro, lo que se sabe que no se cumple; recuerdo cuando un vicerrector de una de ellas me contaba cómo decidía su universidad crear una carrera; se analizaba su proyecto y si éste tenía una tasa interna de retorno superior al interés de un leasing, el proyecto se llevaba adelante; ése planteamiento me generó un especie de escalofrío.  Llama la atención cómo se han elegido figuras importantes en cargos directivos, las que se han publicitado especialmente para captar más matriculados; los gastos en publicidad son enormes, todo ello eleva de alguna manera los costos de la educación universitaria.

Por otra parte el pluralismo ideológico que debiera existir en una autentica universidad cada vez se va deteriorando más. Aparecen y se refuerzan las universidades de determinadas tendencias, establecimientos clasistas.

Debiera generarse un nuevo sistema nacional universitario y de educación técnica, muy difícil de definir y desde luego de materializar.

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2 comentarios

  1. Don Rolando, estoy muy de acuerdo con todo lo expuesto y de lo cual usted ha sido espectador de primera linea, aunque me parece que lamentablemente estamos en una tremenda encrucijada como País, se ve muy difícil una solución que satisfaga a todos los involucrados y la perdida de mirada social que hemos tenido en el tiempo nos lleva a ser cada vez mas infelices pues no estamos identificados como grupo humano que busca el bien común.

    Atte.

    Claudio M.

  2. 11 de agosto de 2011
    Claudio: Le agradezco sus expresiones, lamentablemente comparto con Ud. que estamos en una encrucijada de donde difícil salir. Atentamente. Rolando

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